Celebrar, festejar, parrandear. Sea como tú le digas, las celebraciones han sido parte de nuestra historia por muchos siglos. Reunirnos en comunidad era la única manera de compartir y celebrar. Se cree que el origen de las fiestas nace de la idea de agradecer a los dioses por su buena voluntad. Ya que antes era imposible saber si se iba a tener una buena cosecha, cuando o por qué llovía, o por la protección durante la guerra. Es por eso que las antiguas civilizaciones mostraban su gratitud dando ofrendas o realizando sacrificios.
Hoy en día, festejamos hasta la muerte. Literal, pues una de las celebraciones más importantes de nuestro país es el Día de Muertos. Incluso hacemos posadas, aunque no recemos ni hagamos nada religioso. El objetivo es divertirse. Los mexicanos amamos la fiesta y nos encanta celebrar. Disfrutamos la conexión con otros, reír y bailar. Compartir con las personas que más amamos y crear nuevas relaciones. Los humanos somos seres sociales. Nuestras personalidades individuales y entornos únicos influyen en la cantidad de contacto social que cada uno de nosotros quiere y necesita. Pero al final, todos queremos sentir una conexión hacia otra persona.
De aquí sale la importancia de festejar. Celebrar cada momento a lo máximo. Y no somos los únicos que lo reconocemos. Una de las empresarias más influenciables del momento, Marisa Lazo, explica en una entrevista por qué festeja todo. Cada logro, ella dice “no pospongas la felicidad”. Y tiene toda la razón. Porque la felicidad es lo que nos impulsa cada día a seguir adelante e ir por nuestros sueños más grandes.
Es cierto que todo en esta vida no puede ser felicidad pura, pues hay momentos en los que es difícil incluso salir de la cama. Es aquí donde entre un ingrediente especial. La esperanza es la creencia de que el futuro será mejor. No es un deseo de que las cosas mejoren, sino una creencia real, incluso cuando puede que no haya evidencia de que algo cambie. Celebrar es lo mismo, es tener la esperanza de asistir a esa boda tan esperada de tu mejor amiga. Es trabajar día y noche para poder pagar la fiesta de XV años de tu hija. Es cuidar tu salud para poder estar presente en la boda de tu nieto.
Sin importar cuál sea el motivo para festejar, este es un momento increíble donde nuestra energía está en perfecta sincronía. Somos felices y reímos mientras la música suena a todo volumen. Olvidamos que tan bien se nos ve el maquillaje, nos quitamos el saco para poder bailar y sentirnos libres. El contacto humano es vital para nuestro bienestar y supervivencia. Celebramos porque lo necesitamos. Necesitamos sentirnos conectados. Celebramos porque nos hace sentir vivos.